Nieve en la mirada, frío en el cuerpo

Una entrada literalmente escrita por si sola
Cuando pasas horas y horas relacionando pensamientos que brotan y recuperas la cosciencia en mitad de un mar de sentimientos sin sentido ni origen aparente... cuando caminando por la calle ves a un niño que te recuerda a ti mismo... cuando al entrar en el cuarto de baño topas con una cara conocida y a la vez mutada por la vida... Cuando empiezas a recordar, cuando lo enjuicias todo bajo un antes y un ahora. Amigo, entonces habrás sido bendecido con el don de la clarividencia (o la maldición de la misma)
No esperes a lo que no sepas si llegará, no retrocedas y si lo haces hazlo de manera despreocupada, no te cuestiones.
No temas dar pie a malentendidos, es más, búscalos. Es entonces cuando empiezas a conocer de verdad a las personas.
Borra las canciones melancólicas de tu lista, evita mirar los sitios en los que antes solías hacerlo, no quieras encontrar en ellos tu pasado.
Hablando de éste que te acompañará durante toda tu vida... escribe, pero nunca corrijas, cualquier fallo del pasado formará a partir de ahora parte de tu presente.
Búscate.
Si ya te encontraste, prueba de nuevo. Descubriras que no puedes hacerlo; al menos por el mismo camino que antaño.
Desilusionate de todo. Evita sonreir más tiempo del necesario, es bueno para la piel.
Si todavía no te has convertido en alguien lo sufientemente débil comparado a lo que un día decidiste llegar a ser, continúa, pero cuidado... siempre te puedes ahogar en tus propias lamentaciones por los caminos.
Si a pesar de todo logras superar ese sentimiento de inutilidad que te aflige, vuelve y cuentanoslo a los que nos consumimos sin destino al que pertenecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario