El zombie entró en el
supermercado con pasos lentos y la mirada pérdida. Tenía manchas de
sangre alrededor de todo el cuerpo y la camisa rota allí donde le
habían mordido cuando todavía era humano. Sam, Ruth y Gabriel lo
observaban tras una estantería a no más de diez pasos de distancia.
Gabriel se llevó el dedo a la boca en un gesto para que todos
guardaran silencio y habló en susurros.
- No pueden ver, solo escuchan – susurró – Esperad aquí -
Dicho esto Gabriel se
sacó una navaja de un bolsillo y comenzó a andar hacia mitad del
pasillo. Al verlo, Ruth le agarró del brazo.
- ¿Qué vas a...? - Ruth intentó hablar lo más bajo posible, pero el zombie se giró hacia ellos
El zombie empezó a andar
tambaleándose hacia ellos. <<¿Y ahora qué?>> pensó
Ruth. Sam, que hasta entonces había permanecido a la espera se
agachó y recogió las tijeras que habían caído durante el forcejeo
con Gabriel y las lanzó en dirección contraria a donde estaban. Las
tijeras pasaron por encima del zombi y fueron a parar a la entrada
del supermercado, provocando un sonido metálico al chocar contra las
losas del suelo. <<El sonido les atrae, por favor que se gire y
se marche>> El zombi se giró y por un momento Ruth tuvo la
esperanza de que se marchase, pero entonces Gabriel se abalanzó
sobre él. Al principio las pisadas del chico no hicieron
ruido <<¡Detente Gabri, te matará! ¿Por qué no me
escuchas?>> Entonces Ruth se percató de que estaba paralizada
de temor y no pronunciaba las palabras. El miedo que la chica sintió se hizo intenso cuando el muerto oyó a Gabriel acercarse. El cadaver se giró y gritó de tal manera que heló
la sangre a Ruth. Llevó las manos al cuello de Gabriel y abrió la
boca de par en par, por suerte el chico clavó
la navaja en el cuello del zombie antes de que le atrapara, y el muerto se frenó de golpe.
Ruth temió durante unos instantes que Gabriel hubiese fallado, que el zombie se
deshiciese del puñal y estrangulara al chico, pero en lugar de eso
bajó los brazos y cayó al suelo como de un
maniquí se tratase.
- Si se les hiere en la cabeza dejan de moverse – dijo Sam, Ruth se dio cuenta de que estaba abrazada a él y que le temblaban las piernas
- Aún así más de uno se vuelve a levantar, hay que salir de aquí – respondió Gabriel – La chica se viene conmigo -
- Gabri... - empezó Ruth
- ¿Adónde la vas a llevar? - preguntó Sam mientras la acercaba a su pecho
- A un lugar seguro – fue la respuesta de Gabriel
- Mira, no se quien eres ni cómo te las has arreglado todo este tiempo para seguir con vida, pero no hay lugar seguro al que te la puedas llevar en esta ciudad de muertos -
- ¿Y tú que sabes? – Gabriel sacó la navaja del cuello del zombie, que ni se inmutó – Suelta a Ruth -
- ¿Qué vas a hacer sino, rajarme con esa navaja? - señaló Gabriel
- ¡Basta! - interrumpió Ruth, miró a ambos lados para asegurarse que no había acudido ningún zombi – No soy ningún trofeo por el que os tengáis que pelear. Sam, ¿tú padre tiene un refugio verdad?
- Pues sí – miró de reojo a Gabriel – No muy lejos de aquí mi padre está al mando de un grupo de personas encargadas de mantener a salvo a los supervivientes. -
- ¿Y tu padre te deja salir así como así? – preguntó Gabriel
- Para tu información estoy en misión de reconocimiento -
- Claro... y vas desarmado ¿qué ibas a hacer si te ataca un zombie, darle de collejas? - Gabriel rio – No me creo nada de lo que dice este tipo, Ruth -
La mirada de ambos chicos
se cruzó una eternidad. <<Se acaban de conocer y ya se odian>>
pensó Ruth.
- Al final de esta calle me espera un coche con dos soldados dentro. También ha venido la escolta personal de mi padre.
- ¿Y dónde estaba toda esa gente cuando entró el muerto, señor? -
- A ti eso no te importa, ellos tienen su propia misión. Ruth deja a este colgado y ven con mi padre y el resto - Sam esbozó una sonrisa – Es más, si queréis podéis venir los dos. Si nos atacan zombies siempre podemos mandar a nuestro amigo con su navaja, que parece que le gusta dárselas de héroe -
- Gracias, pero casi que prefiero la compañía de los muertos. Muerden, pero mientras tanto mantienen la boca cerrada -
Sam apretó los puños y
se tensó <<Por dios no irán a pegarse otra vez, van a traer a
todos los zombies de la ciudad>>
- Se acabó, no es lugar ni momento para discutir. Gabriel si vamos con él podría ser la oportunidad de salir de aquí. Su padre es militar, lo conozco y puede sacarnos de ésta -
- ¿Tu crees? Militar o no, ese hombre está tan atrapado como el resto de nosotros, ¿o me equivoco? - Gabriel miró a Sam y luego a Ruth, esta vez tenía una mirada triste – Mirad, vosotros dos podéis hacer lo que os de la gana, yo me vuelvo por donde he venido -
- Gabri. Por favor no digas eso, yo... - <<¿Yo qué? ¿Te quiero?>> Ruth guardó silencio y miró a Sam y luego a Gabriel, que por un momento pareció emocionarse. Si lo hizo, lo disimuló muy bien.
- Tú has estado viviendo conmigo este tiempo y si vuelves serás bienvenida – dicho esto se dirigió a Sam - Si de verdad eras su novio puedo confiar en que la protegerás en ese refugio, ¿me lo prometes? -
- Te lo juro – Sam se sorprendió – Oye... ¿Por qué no vienes con nosotros? -
- Ven Gabriel, no puedes... no quiero que te vayas – confesó la chica
- No se me daría bien convivir con tanta gente, mi sitio está donde lo dejé – Ruth abrió la boca para replicar, pero él la interrumpió – ¡No insistas! No voy a ir con vosotros por nada que puedas decir, así que déjate de tonterías y vete -
- ¿Por qué eres así Gabri? – Ruth sintió una ola de tristeza en su interior, tristeza y enfado a la vez – Te estoy diciendo que quiero que vengas, y tú... -
- Y yo te digo que no insistas -
- ¡Eres un imbécil! - una lágrima se derramó por el rostro de Ruth – Sam, llévame a ese coche -
- Como digas – Sam miró por última vez a Gabriel - ¿No hay nada que pueda convencerte de venir?
- Nada – Gabriel miró a Ruth que se había vuelto de espaldas – No tengo intención de abandonar mi refugio mientras siga en pie -
- Es una lástima – Sam entornó los ojos


No hay comentarios:
Publicar un comentario